Ya han pasado casi 6 meses desde que empezamos con esta situación de emergencia sanitaria, todo asociado a este nuevo virus pandémico llamado COVID-19, el cual aún no tiene cura y sigue maltratando a todo el mundo, en donde hemos aprendido a vivir en encierro forzado por varios meses, saliendo lo mínimo necesario para poder abastecernos de los recursos necesarios y básicos, para poder sobrevivir en cuarentena, una situación bastante crítica.
Luego entramos a un estado de reactivación por partes, donde poco a poco algunos
sectores se han ido incorporando al mundo laboral, sin embargo, aún se
mantienen muchas de las nuevas reglas de convivencia, las cuales ahora forman
parte de esta nueva normalidad. Yo por mi parte he tenido que volver a la
oficina desde el mes de Julio, cumpliendo con los protocolos necesarios para
cumplir con la reactivación.
Esta situación nos ha afectado a todos, algunos más que otros, incluso al
inicio de todo esto el año pasado, yo pensé que nunca iba a llegar a nuestro país,
más tonto no pude haber sido, y si se hubieran tomado las medidas desde el
inicio, estaríamos mucho mejor, pero como en el mundo donde vivimos somos
reactivos, recién cuando se detectaron los primeros casos en el Perú, fue
cuando todos entraron en acción, la prevención y la contención entro en funcionamiento,
pero lamentablemente fue algo que no funcionó muy bien.
La nueva normalidad incluye el no poder acercarte a nadie, nada de saludos
con la mano o con beso, y menos de tu familia se trata, peor aún si es persona
de riesgo. Saludar de lejos, bañarte en alcohol, usar mascarillas, protectores
faciales y mantener un encierro parcial se han convertido en el ritual de todos
los días. Ya no hay reuniones de ninguna índole, todo es vía online, nos hemos
tecnologizado mucho más que antes y el trabajo a distancia es lo mejor por
ahora, no será lo óptimo, pero es lo más seguro.
La educación es totalmente a distancia, no creo que las aulas vuelvan a
llenarse hasta el próximo año, además ahora todo es virtual y las tareas son
enviadas a través de portales, grabas videos y tomas fotos de los trabajos
realizados, se ha logrado encontrar un equilibrio bastante bueno, pero hemos
tenido que “invertir” en algunos nuevos gadgets para lograr estar a la altura
de las exigencias actuales.
Esta nueva normalidad ha afectado nuestros bolsillos, obviamente, a mí me
han recortado el sueldo, pero me han reducido las horas de trabajo, pero otros
miles de laborantes han perdido sus trabajos y sus estudios. Yo dictaba clases
en la universidad, pero ahora no tengo alumnado, se han reducido los salones,
pero ha aumentado la cantidad de alumnos por salón. Las prioridades han
cambiado de forma radical, la educación ha pasado a segundo o tercer plano,
ahora el nuevo triangulo es comida, casa y salud, todo lo demás será para
después.
Yo no uso el transporte público, todo lo hago o en mi propio auto o en
bicicleta, algo bueno porque me ayuda el ejercicio y evito las aglomeraciones.
Yo soy el único que va a hacer las compras una vez cada dos semanas, soy el que
tiene que entrar a la casa bañado en alcohol, soy el que tiene que quitarse la
ropa en la cocina para ir directo a la ducha, soy el que tiene que usar una
mascarilla todo el día en la calle o en la oficina, pero la salud mía y de mi
familia es primero.
Sólo nos queda seguir avanzando, ajustarnos en todo lo que se pueda, cuidarnos
nosotros mismos, porque nadie lo hará por nosotros.