Hace unos días me percate que un amigo mío estaba apagado y con desgano cuando usualmente es conversador y alegre, no es que sea el alma de la fiesta pero se notaba un cambio fuerte en su personalidad avallasadora, en este caso era como si estuviera en esos días complicados, si saben a qué me refiero, pero ahondando un poco más en el tema me contó algunas cosas que explicaban la razón del porque estaba así.
La situación va más o menos así, el está casado hace un poco más de dos años y tiene una hermosa hija que acaba de cumplir dos años al inicio de este mes y que es la luz de sus ojos. El problema en cuestión es que su situación matrimonial está pendiendo de un hilo y el mayor riesgo es el de perder de vista a su hija ya que posiblemente la que aún es su esposa esté pensando en irse a vivir fuera del país.
El problema es serio, digamos que es una relación que ha tenido sus altas y sus bajas como todo en esta vida pero que no ha podido salvarse de la tempestad y ahora esta rumbo a encallar en un arrecife de roca firme y que no hay forma de cambiar de rumbo, solo queda esperar a que el golpe no sea tan catastrófico y algo se pueda salvar, pero como me comentaba mi pata, el prefiere perderlo todo menos la posibilidad de tener a su hija cerca.
Tomando un poco al toro por las astas hay que ser realistas y conscientes que muchos matrimonios (civiles) no son por amor, son más por conveniencia, por presión familiar o por circunstancias de la vida, como puede ser un embarazo prematuro y aunque suene feo en muchos casos es mejor ser solamente parejas arrejuntadas que parejas matrimoniadas.
Ahora lo complicado es que este amigo mío está en un punto donde solo tiene que tratar de conciliar la situación, es decir, tratar de que sea lo menos dañino para ambas partes y lograr un acuerdo que permita no complicar la existencia, en este caso de una criatura. Si esto no funciona y la contra parte quiere pelear con todo sin importarle el daño colateral no queda más que presentar el caso al juzgado con abogados y todo para dividirse el juego de cubiertos, el televisor por la mitad y el dormitorio en partes iguales, que realmente es lo más horrible que podría suceder. Lo único que si tengo claro es que el esta dispuesto a darlo TODO por su hija.
No tengo base suficiente como para entrar en profundidad en este tema, solo comento lo que se por comentarios de terceros o por lo que veo en la televisión y realmente un divorcio es un campo de batalla donde la rivalidad de ambos bandos es grande y no les interesa ceder ni un centímetro de espacio y lo único que les importa es conquistar la mayor cantidad de territorio en beneficio propio sin pensar en el daño que puedan ocasionar a sus respectivas familias y peor aún si tienen hijos pequeños, estos son los más perjudicados porque a la larga van a tener que soportar las bromas y los comentarios de los amigos en el colegio y van a terminar en terapia de personalidad y pasando por psicólogos y psiquiatras para tratar de sacarlos del agujero negro donde van a terminar.
Antes de casarse piénselo varias veces y si ya están casados, tiene hijos y la cosa no funciona piensen en ellos antes de cualquier decisión, porque ellos no tienen la culpa y no pueden ser los que paguen los platos rotos de una relación con malos cimientos.