Después de varios años alejado de las canchas de cemento y que muchas de ellas son ahora de grass sintético el pasado sábado fuimos nuevamente citados para unos enfrentamientos inter-áreas de la empresa, a raíz de la próxima celebración del almuerzo corporativo que incluye algunas actividades deportivas como el clásico fulbito.
Hoy ya es martes, han pasado mas de 48 horas desde mi participación como parte del equipo de administración y aun siento el dolor del esfuerzo aplicado en las piernas, mi preocupación se aplica a la posible reacción de mis pies, la posibilidad de que se hinchen por alguna lesión ya que yo sufro de esa sección del cuerpo, pero sin dejar de lado la reacción en las muñecas y los brazos, porque para variar, termine de arquero.
Fueron casi dos horas divertidas entre bromas, algo de chacota, las clásicas broncas por la piconeria de los jugadores de ambos bandos y el dolor de los golpes no a propósito Fue agradable participar en esas casi dos horas porque siempre es bueno que exista esa confraternización entre las personas de la empresa, no hay mejor forma de limar asperezas que con un buen partido de fulbito.
Para ser la primera vez fuimos 15 los participantes, un número extraordinario porque así no mas no se logra juntar esa cantidad de gente, primero llegamos solo 10 así que rápidamente se armaron dos equipos bastante parejos, luego fueron llegando de dos en dos pero cuando ya eran un 7 contra 7 se decidió armar los tres equipos de cinco para hacerlo más rápido y eficaz. La idea era cambiar de equipo a los cinco minutos o al gol, lo que suceda primero.
Yo como siempre termine en el arco, porque será?? más aun preocupado por el tema de mis tobillos y ahora con el problema de las muñecas, ya no sabía que parte de mi cuerpo iba a verse afectado por el deporte extremo y por el simple hecho de detener los torpedos disparados hacia mi valla. Solo puedo decir que logramos mantenernos en cancha seis partidos seguidos, de ahí alternando con los demás. Hubo golpes, caídas, bromas, mentadas de madre, agarradas de huevo y todo lo relacionado al deporte de contacto, pero al final todo era felicidad y agotamiento. No se dejó esperar la clásica chanchita para la gaseosa y ya siendo las 3:10pm partimos hacia nuestros propios destinos.
Los rezagos obtenidos después de este pequeño enfrentamiento ha sido un dolor de piernas de por lo menos tres días por la falta de ejercicio y un brazo adolorido por detener un cañonazo como se debe, fuera de eso, lo que si las sorpresas fueron más de una, la primera fue ver a mi gran compañero de oficina anotando goles hasta por gusto, más aun teniendo en cuenta que tiene mi peso y medida oficial pero ahí donde se le ve rompe cintura que da miedo. En mi caso arquero soy y arquero seré hasta que la muerte me separe del arco.