Quien no ha viajado dentro de Lima y llegado a un pueblito llamado Canta?, imagino que habrán varios que conocerán este lugar.
Aprovechando el fin de semana largo por Santa Rosa de Lima, tomamos la decisión de visitar este pintoresco lugar, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que fui y siempre había llegado en bus (con el servicio Chaperito) pero en esta ocasión consideramos que era mejor ir manejando.
Recomendación principal, llevar todos los utensilios necesarios para cualquier contratiempo, es decir, llanta de repuesto, gata, llave de cruz y una galonera.
Este viaje incluía la familia de Mary, en resumen iban la mamá de Mary, y sus hermanas Karina y Pamela con sus respectivos compromisos e hijos. Habíamos distribuido la carga en 2 autos, y aunque no lo crean fui manejando mi Hiunday azul del 88 que se portó de maravilla.
Mi intención era salir el domingo 29 como a las 6:30am pero me cambiaron el horario logrando que salga a las 4:30am para llegar lo más temprano posible y conseguir hospedaje.
La ruta no estuvo tan mal, tomamos la Panamericana Sur rumbo al Trébol de Javier Prado para seguir por Evitamiento, previa parada en el grifo para llenar el tanque de gasolina, revisión de llantas, aceite y agua, pasamos el peaje y llegamos a la Universidad de Ingeniería (UNI) en más o menos 1 hora, de ahí venia la parte complicada porque a la altura del KM22 de la Av. Tupac Amaru se acabó la pista y arranco la trocha.
Fueron más o menos unos 30 kilómetros de tierra, pero después se arregló un poco y ya teníamos asfalto, igual se tenían que esquivar los huecos con mucha destreza ya que cada uno era más grande que el anterior.
Ya cerca de las 7:30am paramos a tomar desayuno por el camino, encontramos una casona que vendía pan con chicharrón, choclo con queso, café y manzanilla, cada plato de chicharrón costo como 10 soles pero no había otra opción.
Ya de vuelta al camino, continuamos nuestro recorrido, ya con un poco más de sol y una mejor pista, pero de igual forma tuvimos un percance, el otro vehículo que nos acompañaba desapareció del espejo retrovisor, al rato tuvimos que dar la vuelta para ver qué había ocurrido.
Encontramos el auto a un lado de la pseudo-carretera, con una llanta baja, pero cuál era el problema aparte del neumático en el suelo?, no tenían repuesto, ni gata para levantar el auto, y tampoco llave de cruz para sacar los pernos, no me quedo otra que prestarle mi equipo de socorro para tratar de solucionar este pequeño percance, pero para sorpresa de muchos, el aro de mi neumático de repuesto no era del mismo tamaño que el suyo, en resumidas cuentas tuve que llevar su llanta hasta Canta para que la vulcanicen mientras que le llevaban mi llanta en su aro.
Pero esto no es todo, aún hay más, después de que le llevaron la llanta de repuesto se quedó nuevamente botado pero esta vez sin gasolina y dos veces, yo no fui al rescate porque en ese momento estaba con la misión de buscar hospedaje.
Logramos conseguir dos habitaciones con 3 camas cada una en 50 soles, así que con eso se arregló un poco la situación, al final después de tanta ida y venida terminamos almorzando pasadas las 2 de la tarde.
El almuerzo estuvo tranquilo, una rica trucha en Obrajillo, para llegar ahí tomas tu combi en Canta y te dejan cerca al río por 1 sol y en menos de 20 minutos, para mala suerte la nuestra, empezó a llover un poco, pero nada que no podamos manejar.
Después del almuerzo tocaba la caminata, así que fuimos en dirección al velo de la novia (a todas las caídas de agua les dicen lo mismo), podíamos ir a caballo o a pie, así que a pie nomas, pasamos por una pequeña estación hidroeléctrica y llegamos donde todo el mundo acampa, por un sol entras a este lugar, llegas a la catarata, te tomas tu foto y listo. Salimos de ahí y fuimos al mirador de San Miguel (creo que así se llama), de igual forma podías llegar a caballo, a pie o en moto-taxi, escogimos la moto-taxi porque era una ruta muy empinada y con muchos escalones. De igual forma, llegas, te sacas tu foto y regresas.
Después de este recorrido, decidimos visitar el criadero de truchas, tan famoso, pero para más mala suerte, ya no era hora de atención, pero igual logre convencer a los vigilantes para que me dejen entrar unos minutos para tomar unas fotos, de ahí solo teníamos que regresar a la Plaza de Armas de Obrajillo para tomar una combi que nos llevara de nuevo a Canta.
Ya casi muertos por toda la caminata, solo llegamos a un restaurante a tomar una sopa levantadora y a la cama, teníamos que madrugar al día siguiente porque íbamos a ir a la cordillera blanca, el lago Chuchun y la laguna de los 7 colores. Este paseo nos costó 25 soles a cada uno y lo reservamos después de comer.
El segundo día en Canta empezó bien temprano, 6:30am creo, el sol no nos dejaba dormir, una ducha super rápida con agua media helada y a tomar desayuno. Encontramos leche fresca y unos panes bien simpáticos hechos en horno de piedra, muy agradables, por ahí vendían desde emoliente hasta pan con lomo saltado y papas fritas pero creo que ya era una exageración.
El bus que nos iba a llevar a la laguna de Chuchun salió a las 9am, ruta de 2 horas de ida y 2 de vuelta en teoría, pero al final nos demoramos como 6 horas. Durante el recorrido vas parando en diversos lugares, otro criadero de truchas, otra caída de agua, una laguna y listo, llegamos a la laguna de Chuchun, la más grande que he visto hasta ahora, ubicada a una altura aproximada de 4500 msnm, la laguna tiene forma de mapa del Perú, aunque no lo crean. Después de esta laguna estaba la primera de una serie de varias lagunas más pequeñas pero con varios colores en el agua, mas fotos obviamente.
Luego de unos 20 minutos de dar vueltas y sacar más fotos venia el retorno a Canta, solo para recoger las cosas y emprender el retorno a Lima.
Salimos de Canta a eso de las 3pm. pero no contábamos con las celebraciones en Santa Rosa de Quives, ahí nos quedamos atorados como 1 hora, había demasiada gente y demasiados carros, no habían muchas opciones para poder moverse.
Después de lograr salir de ese atolladero, a que no saben que paso, el otro auto con el que íbamos perdió un pedazo de la llanta, ¿de cuál llanta?, de la que le había dado yo para que la usara de repuesto. Tuvimos que hacer de escolta con las luces de emergencia hasta llegar a un poblado más abajo y poder comprar una nueva llanta (de segunda) que sirviera para terminar el camino.
Con problemas, paradas, bajadas de llanta y el trafico extra, llegamos a la avenida Túpac Amaru a eso de las 7:30pm, es decir, 4 horas y media de camino, y aún faltaba más, teníamos que terminar la Túpac Amaru para agarrar nuevamente Evitamiento, pasar el peaje y llegar al destino final. Solo con decirles que llegue a mi casa a las 9pm es más que suficiente.
Moraleja jóvenes, revisen todo lo que concierne al auto antes de salir de Lima, uno nunca sabe lo que le puede pasar durante el camino.
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